Petosiris
2007-11-16 14:33:10 UTC
"El Exodo no existió", afirma el arqueólogo Israel Finkelstein
Sus investigaciones han revolucionado la disciplina de la arqueología
bíblica
TEL AVIV.– Israel Finkelstein es un hombre de suerte: aunque sus trabajos
de arqueología cuestionan el origen divino de los primeros libros del
Antiguo Testamento, judíos y católicos acogen sus hipótesis con auténtico
interés y, curiosamente, no lo estigmatizan.
Este enfant terrible de la ciencia revolucionó la nueva arqueología bíblica
cuando afirmó que la saga histórica relatada en los cinco libros que
conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no
responde a ninguna revelación divina. Dijo que, por el contrario, esa gesta
es un brillante producto de la imaginación humana y que muchos de sus
episodios nunca existieron.
El Pentateuco “es una genial reconstrucción literaria y política de la
génesis del pueblo judío, realizada 1500 años después de lo que siempre
creímos”, sostiene Finkelstein, de 57 años, director del Instituto de
Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.
Añade que esos textos bíblicos son una compilación iniciada durante la
monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquel momento,
ese reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una
época en la cual Israel (reino israelita del Norte) había caído bajo
control del imperio asirio.
El principal objetivo de esa obra era crear una nación unificada, que
pudiera cimentarse en una nueva religión. El proyecto, que marcó el
nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío,
guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital,
Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. En sus trabajos, que han
marcado a generaciones de la nueva escuela de la arqueología bíblica,
Finkelstein establece una coherencia entre los cinco libros del Pentateuco:
el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Los
siglos nos han traído esos episodios que relatan la creación del hombre, la
vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación judía-, el
éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los
Reyes. Según Finkelstein, esos relatos fueron embellecidos para servir al
proyecto del rey Josías de reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel
y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios regionales: Asiria,
Egipto y Mesopotamia. El arqueólogo recibió a LA NACION en la Universidad
de Tel Aviv.
-Durante más de veinte siglos, los hombres creyeron que Dios había dictado
las Escrituras a un cierto número de sabios, profetas y grandes sacerdotes
israelitas.
-Así es. Para las autoridades religiosas, judías y cristianas, Moisés era
el autor del Pentateuco. Según el Deuteronomio, el profeta lo escribió poco
antes de su muerte, en el monte Nebo. Los libros de Josué, de los Jueces y
de Samuel eran archivos sagrados, obtenidos y conservados por el profeta
Samuel en el santuario de Silo, y los libros de los Reyes venían de la
pluma del profeta Jeremías. Así también, David era el autor de los Salmos y
Salomón, el de los Proverbios y el del Cantar de los Cantares.
-Y sin embargo?
-Desde el siglo XVII, los expertos comenzaron a preguntarse quién había
escrito la Biblia. Moisés fue la primera víctima de los avances de la
investigación científica, que planteó cantidad de contradicciones. ¿Cómo es
posible -preguntaron los especialistas- que haya sido el autor del
Pentateuco cuando el Deuteronomio, el último de los cinco libros, describe
el momento y las circunstancias de su propia muerte?
-Usted afirma que el Pentateuco fue escrito en una época mucho más
reciente.
-La arqueología moderna nos permite asegurar que el núcleo histórico del
Pentateuco y de la historia deuteronómica fue compuesto durante el siglo
VII antes de Cristo. El Pentateuco fue una creación de la monarquía tardía
del reino de Judá, destinada a propagar la ideología y las necesidades de
ese reino. Creo que la historia deuteronómica fue compilada, durante el
reino de Josías, a fin de servir de fundamento ideológico a ambiciones
políticas y reformas religiosas particulares.
-Según la Biblia, primero fue el viaje del patriarca Abraham de la
Mesopotamia a Canaán. El relato bíblico abunda en informaciones
cronológicas precisas.
-Es verdad. La Biblia libra una cantidad de informaciones que deberían
permitir saber cuándo vivieron los patriarcas. En ese relato, la historia
de los comienzos de Israel se desarrolla en secuencias bien ordenadas: los
Patriarcas, el Exodo, la travesía del desierto, la conquista de Canaán, el
reino de los Jueces, el establecimiento de la monarquía. Haciendo cálculos,
Abraham debería de haber partido hacia Canaán unos 2100 años antes de
Cristo.
-¿Y no es así?
-No. En dos siglos de investigación científica, la búsqueda de los
patriarcas nunca dio resultados positivos. La supuesta migración hacia el
Oeste de tribus provenientes de la Mesopotamia, con destino a Canaán, se
reveló ilusoria. La arqueología ha probado que en esa época no se produjo
ningún movimiento masivo de población. El texto bíblico da indicios que
permiten precisar el momento de la composición final del libro de los
Patriarcas. Por ejemplo, la historia de los patriarcas está llena de
camellos. Sin embargo, la arqueología revela que el dromedario sólo fue
domesticado cuando se acababa el segundo milenio anterior a la era
cristiana y que comenzó a ser utilizado como animal de carga en Medio
Oriente mucho después del año 1000 a.C. La historia de José dice que la
caravana de camellos transporta "goma tragacanto, bálsamo y láudano". Esa
inscripción corresponde al comercio realizado por los mercaderes árabes
bajo control del imperio asirio en los siglos VIII y VII a.C. Otro hecho
anacrónico es la primera aparición de los filisteos en el relato, cuando
Isaac encuentra a Abimelech, rey de los filisteos. Esos filisteos -grupo
migratorio proveniente del mar Egeo o de Asia Menor- se establecieron en la
llanura litoral de Canaán a partir de 1200 a.C. Esos y otros detalles
prueban que esos textos fueron escritos entre los siglos VIII y VII a.C.
-El heroísmo de Moisés frente a la tiranía del faraón, las diez plagas de
Egipto y el éxodo masivo de israelitas hacia Canaán son algunos de los
episodios más dramáticos de la Biblia. ¿También eso es leyenda?
-Según la Biblia, los descendientes del patriarca Jacob permanecieron 430
años en Egipto antes de iniciar el éxodo hacia la Tierra Prometida, guiados
por Moisés, a mediados del siglo XV a.C. Otra posibilidad es que ese viaje
se haya producido dos siglos después. Los textos sagrados afirman que
600.000 hebreos cruzaron el Mar Rojo y que erraron durante 40 años por el
desierto antes de llegar al monte Sinaí, donde Moisés selló la alianza de
su pueblo con Dios. Sin embargo, los archivos egipcios, que consignaban
todos los acontecimientos administrativos del reino faraónico, no
conservaron ningún rastro de una presencia judía durante más de cuatro
siglos en su territorio. Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios
mencionados en el relato. Las ciudades de Pitom y Ramsés, que habrían sido
construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en el
siglo XV a.C. En cuanto al Exodo, desde el punto de vista científico no
resiste el análisis.
-¿Por qué?
-Porque, desde el siglo XVI a.C., Egipto había construido en toda la región
una serie de fuertes militares, perfectamente administrados y equipados.
Nada, desde el litoral oriental del Nilo hasta el más alejado de los
pueblos de Canaán, escapaba a su control. Casi dos millones de israelitas
que hubieran huido por el desierto durante 40 años tendrían que haber
llamado la atención de esas tropas. Sin embargo, ni una estela de la época
hace referencia a esa gente. Tampoco existieron las grandes batallas
mencionadas en los textos sagrados. La orgullosa Jericó, cuyos muros se
desplomaron con el sonar de las trompetas de los hebreos, era entonces un
pobre caserío. Tampoco existían otros sitios célebres, como Bersheba o
Edom. No había ningún rey en Edom para enfrentar a los israelitas. Esos
sitios existieron, pero mucho tiempo después del Exodo, mucho después de la
emergencia del reino de Judá. Ni siquiera hay rastros dejados por esa gente
en su peregrinación de 40 años. Hemos sido capaces de hallar rastros de
minúsculos caseríos de 40 o 50 personas. A menos que esa multitud nunca se
haya detenido a dormir, comer o descansar: no existe el menor indicio de su
paso por el desierto.
-En resumen, los hebreos nunca conquistaron Palestina.
-Nunca. Porque ya estaban allí. Los primeros israelitas eran pastores
nómadas de Canaán que se instalaron en las regiones montañosas en el siglo
XII a.C. Allí, unas 250 comunidades muy reducidas vivieron de la
agricultura, aisladas unas de otras, sin administración ni organización
política. Todas las excavaciones en la región exhumaron vestigios de
poblados con silos para cereales, pero también de corrales rudimentarios.
Esto nos lleva a pensar que esos individuos habían sido nómadas que se
convirtieron en agricultores. Pero ésa fue la tercera ola de instalación
sedentaria registrada en la región desde el 3500 a.C. Esos pobladores
pasaban alternativamente del sedentarismo al nomadismo pastoral con mucha
facilidad.
-¿Por qué?
-Ese tipo de fluctuación era muy frecuente en Medio Oriente. Los pueblos
autóctonos siempre supieron operar una rápida transición de la actividad
agrícola a la pastoral en función de las condiciones políticas, económicas
o climáticas. En este caso, en épocas de nomadismo, esos grupos
intercambiaban la carne de sus manadas por cereales con las ricas ciudades
cananeas del litoral. Pero cuando éstas eran víctimas de invasiones, crisis
económicas o sequías, esos pastores se veían forzados a procurarse los
granos necesarios para su subsistencia y se instalaban a cultivar en las
colinas. Ese proceso es el opuesto al que relata la Biblia: la emergencia
de Israel fue el resultado, no la causa, del derrumbe de la cultura
cananea.
-Pero entonces, si esos primeros israelitas eran también originarios de
Canaán, ¿cómo identificarlos?
-Los pueblos disponen de todo tipo de medios para afirmar su etnicidad: la
lengua, la religión, la indumentaria, los ritos funerarios, los tabúes
alimentarios. En este caso, la cultura material no propone ningún indicio
revelador en cuanto a dialectos, ritos religiosos, formas de vestirse o de
enterrar a los muertos. Hay un detalle muy interesante sobre sus costumbres
alimentarias: nunca, en ningún poblado israelita, fueron exhumados huesos
de cerdo. En esa época, los primeros israelitas eran el único pueblo de esa
región que no comía cerdo.
-¿Cuál es la razón?
-No lo sabemos. Quizá los protoisraelitas dejaron de comer cerdo porque sus
adversarios lo hacían en profusión y ellos querían ser diferentes. El
monoteísmo, los relatos del Exodo y la alianza establecida por los hebreos
con Dios hicieron su aparición mucho más tarde en la historia, 500 años
después. Cuando los judíos actuales observan esa prohibición, no hacen más
que perpetuar la práctica más antigua de la cultura de su pueblo verificada
por la arqueología.
-En el siglo X a.C. las tribus de Israel formaron una monarquía unificada
-el reino de Judá- bajo la égida del rey David. David y su hijo, Salomón,
servirán de modelo a las monarquías de Occidente. ¿Tampoco ellos fueron lo
que siempre se creyó?
-Tampoco en este caso la arqueología ha sido capaz de encontrar pruebas del
imperio que nos legó la Biblia: ni en los archivos egipcios ni en el
subsuelo palestino. David, sucesor del primer rey, Saúl, probablemente
existió entre 1010 y 970 a.C. Una única estela encontrada en el santuario
de Tel Dan, en el norte de Palestina, menciona "la casa de David". Pero
nada prueba que se haya tratado del conquistador que evocan las Escrituras,
capaz de derrotar a Goliat. Es improbable que David haya sido capaz de
conquistas militares a más de un día de marcha de Judá. La Jerusalén de
entonces, escogida por el soberano como su capital, era un pequeño poblado,
rodeado de aldeas poco habitadas. ¿Dónde el más carismático de los reyes
hubiera podido reclutar los soldados y reunir el armamento necesarios para
conquistar y conservar un imperio que se extendía desde el Mar Rojo, al
Sur, hasta Siria, al Norte? Salomón, constructor del Templo y del palacio
de Samaria, probablemente tampoco haya sido el personaje glorioso que nos
legó la Biblia.
-¿Y de dónde salieron sus fabulosos establos para 400.000 caballos, cuyos
vestigios sí se han encontrado?
-Fueron criaderos instalados en el Sur por el reino de Israel varios
decenios más tarde. A la muerte de Salomón, alrededor del 933 a.C., las
tribus del norte de Palestina se separaron del reino unificado de Judá y
constituyeron el reino de Israel. Un reino que, contrariamente a lo que
afirma la Biblia, se desarrolló rápido, económica y políticamente. Los
textos sagrados nos describen las tribus del Norte como bandas de
fracasados y pusilánimes, inclinados al pecado y a la idolatría. Sin
embargo, la arqueología nos da buenas razones para creer que, de las dos
entidades existentes, la meridional (Judá) fue siempre más pobre, menos
poblada, más rústica y menos influyente. Hasta el día en que alcanzó una
prosperidad espectacular. Esto se produjo después de la caída del reino
nórdico de Israel, ocupado por el poderoso imperio asirio, que no sólo
deportó hacia Babilonia a los israelitas, sino que además instaló a su
propia gente en esas fértiles tierras.
-¿Fue, entonces, durante el reino de Josías en Judá cuando surgió la idea
de ese texto que se transformaría en fundamento de nuestra civilización
occidental y origen del monoteísmo?
-Hacia fines del siglo VII a.C. hubo en Judá un fermento espiritual sin
precedente y una intensa agitación política. Una coalición heteróclita de
funcionarios de la corte sería responsable de la confección de una saga
épica compuesta por una colección de relatos históricos, recuerdos,
leyendas, cuentos populares, anécdotas, predicciones y poemas antiguos. Esa
obra maestra de la literatura -mitad composición original, mitad adaptación
de versiones anteriores- pasó por ajustes y mejoras antes de servir de
fundamento espiritual a los descendientes del pueblo de Judá y a
innumerables comunidades en todo el mundo.
-El núcleo del Pentateuco fue concebido, entonces, quince siglos después de
lo que creíamos. ¿Sólo por razones políticas? ¿Con el fin de unificar los
dos reinos israelitas?
-El objetivo fue religioso. Los dirigentes de Jerusalén lanzaron un anatema
contra la más mínima expresión de veneración de deidades extranjeras,
acusadas de ser el origen de los infortunios que padecía el pueblo judío.
Pusieron en marcha una campaña de purificación religiosa, ordenando la
destrucción de los santuarios locales. A partir de ese momento, el templo
que dominaba Jerusalén debía ser reconocido como único sitio de culto
legítimo por el conjunto del pueblo de Israel. El monoteísmo moderno nació
de esa innovación.
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/775002
Sus investigaciones han revolucionado la disciplina de la arqueología
bíblica
TEL AVIV.– Israel Finkelstein es un hombre de suerte: aunque sus trabajos
de arqueología cuestionan el origen divino de los primeros libros del
Antiguo Testamento, judíos y católicos acogen sus hipótesis con auténtico
interés y, curiosamente, no lo estigmatizan.
Este enfant terrible de la ciencia revolucionó la nueva arqueología bíblica
cuando afirmó que la saga histórica relatada en los cinco libros que
conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no
responde a ninguna revelación divina. Dijo que, por el contrario, esa gesta
es un brillante producto de la imaginación humana y que muchos de sus
episodios nunca existieron.
El Pentateuco “es una genial reconstrucción literaria y política de la
génesis del pueblo judío, realizada 1500 años después de lo que siempre
creímos”, sostiene Finkelstein, de 57 años, director del Instituto de
Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.
Añade que esos textos bíblicos son una compilación iniciada durante la
monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquel momento,
ese reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una
época en la cual Israel (reino israelita del Norte) había caído bajo
control del imperio asirio.
El principal objetivo de esa obra era crear una nación unificada, que
pudiera cimentarse en una nueva religión. El proyecto, que marcó el
nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío,
guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital,
Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. En sus trabajos, que han
marcado a generaciones de la nueva escuela de la arqueología bíblica,
Finkelstein establece una coherencia entre los cinco libros del Pentateuco:
el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Los
siglos nos han traído esos episodios que relatan la creación del hombre, la
vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación judía-, el
éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los
Reyes. Según Finkelstein, esos relatos fueron embellecidos para servir al
proyecto del rey Josías de reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel
y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios regionales: Asiria,
Egipto y Mesopotamia. El arqueólogo recibió a LA NACION en la Universidad
de Tel Aviv.
-Durante más de veinte siglos, los hombres creyeron que Dios había dictado
las Escrituras a un cierto número de sabios, profetas y grandes sacerdotes
israelitas.
-Así es. Para las autoridades religiosas, judías y cristianas, Moisés era
el autor del Pentateuco. Según el Deuteronomio, el profeta lo escribió poco
antes de su muerte, en el monte Nebo. Los libros de Josué, de los Jueces y
de Samuel eran archivos sagrados, obtenidos y conservados por el profeta
Samuel en el santuario de Silo, y los libros de los Reyes venían de la
pluma del profeta Jeremías. Así también, David era el autor de los Salmos y
Salomón, el de los Proverbios y el del Cantar de los Cantares.
-Y sin embargo?
-Desde el siglo XVII, los expertos comenzaron a preguntarse quién había
escrito la Biblia. Moisés fue la primera víctima de los avances de la
investigación científica, que planteó cantidad de contradicciones. ¿Cómo es
posible -preguntaron los especialistas- que haya sido el autor del
Pentateuco cuando el Deuteronomio, el último de los cinco libros, describe
el momento y las circunstancias de su propia muerte?
-Usted afirma que el Pentateuco fue escrito en una época mucho más
reciente.
-La arqueología moderna nos permite asegurar que el núcleo histórico del
Pentateuco y de la historia deuteronómica fue compuesto durante el siglo
VII antes de Cristo. El Pentateuco fue una creación de la monarquía tardía
del reino de Judá, destinada a propagar la ideología y las necesidades de
ese reino. Creo que la historia deuteronómica fue compilada, durante el
reino de Josías, a fin de servir de fundamento ideológico a ambiciones
políticas y reformas religiosas particulares.
-Según la Biblia, primero fue el viaje del patriarca Abraham de la
Mesopotamia a Canaán. El relato bíblico abunda en informaciones
cronológicas precisas.
-Es verdad. La Biblia libra una cantidad de informaciones que deberían
permitir saber cuándo vivieron los patriarcas. En ese relato, la historia
de los comienzos de Israel se desarrolla en secuencias bien ordenadas: los
Patriarcas, el Exodo, la travesía del desierto, la conquista de Canaán, el
reino de los Jueces, el establecimiento de la monarquía. Haciendo cálculos,
Abraham debería de haber partido hacia Canaán unos 2100 años antes de
Cristo.
-¿Y no es así?
-No. En dos siglos de investigación científica, la búsqueda de los
patriarcas nunca dio resultados positivos. La supuesta migración hacia el
Oeste de tribus provenientes de la Mesopotamia, con destino a Canaán, se
reveló ilusoria. La arqueología ha probado que en esa época no se produjo
ningún movimiento masivo de población. El texto bíblico da indicios que
permiten precisar el momento de la composición final del libro de los
Patriarcas. Por ejemplo, la historia de los patriarcas está llena de
camellos. Sin embargo, la arqueología revela que el dromedario sólo fue
domesticado cuando se acababa el segundo milenio anterior a la era
cristiana y que comenzó a ser utilizado como animal de carga en Medio
Oriente mucho después del año 1000 a.C. La historia de José dice que la
caravana de camellos transporta "goma tragacanto, bálsamo y láudano". Esa
inscripción corresponde al comercio realizado por los mercaderes árabes
bajo control del imperio asirio en los siglos VIII y VII a.C. Otro hecho
anacrónico es la primera aparición de los filisteos en el relato, cuando
Isaac encuentra a Abimelech, rey de los filisteos. Esos filisteos -grupo
migratorio proveniente del mar Egeo o de Asia Menor- se establecieron en la
llanura litoral de Canaán a partir de 1200 a.C. Esos y otros detalles
prueban que esos textos fueron escritos entre los siglos VIII y VII a.C.
-El heroísmo de Moisés frente a la tiranía del faraón, las diez plagas de
Egipto y el éxodo masivo de israelitas hacia Canaán son algunos de los
episodios más dramáticos de la Biblia. ¿También eso es leyenda?
-Según la Biblia, los descendientes del patriarca Jacob permanecieron 430
años en Egipto antes de iniciar el éxodo hacia la Tierra Prometida, guiados
por Moisés, a mediados del siglo XV a.C. Otra posibilidad es que ese viaje
se haya producido dos siglos después. Los textos sagrados afirman que
600.000 hebreos cruzaron el Mar Rojo y que erraron durante 40 años por el
desierto antes de llegar al monte Sinaí, donde Moisés selló la alianza de
su pueblo con Dios. Sin embargo, los archivos egipcios, que consignaban
todos los acontecimientos administrativos del reino faraónico, no
conservaron ningún rastro de una presencia judía durante más de cuatro
siglos en su territorio. Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios
mencionados en el relato. Las ciudades de Pitom y Ramsés, que habrían sido
construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en el
siglo XV a.C. En cuanto al Exodo, desde el punto de vista científico no
resiste el análisis.
-¿Por qué?
-Porque, desde el siglo XVI a.C., Egipto había construido en toda la región
una serie de fuertes militares, perfectamente administrados y equipados.
Nada, desde el litoral oriental del Nilo hasta el más alejado de los
pueblos de Canaán, escapaba a su control. Casi dos millones de israelitas
que hubieran huido por el desierto durante 40 años tendrían que haber
llamado la atención de esas tropas. Sin embargo, ni una estela de la época
hace referencia a esa gente. Tampoco existieron las grandes batallas
mencionadas en los textos sagrados. La orgullosa Jericó, cuyos muros se
desplomaron con el sonar de las trompetas de los hebreos, era entonces un
pobre caserío. Tampoco existían otros sitios célebres, como Bersheba o
Edom. No había ningún rey en Edom para enfrentar a los israelitas. Esos
sitios existieron, pero mucho tiempo después del Exodo, mucho después de la
emergencia del reino de Judá. Ni siquiera hay rastros dejados por esa gente
en su peregrinación de 40 años. Hemos sido capaces de hallar rastros de
minúsculos caseríos de 40 o 50 personas. A menos que esa multitud nunca se
haya detenido a dormir, comer o descansar: no existe el menor indicio de su
paso por el desierto.
-En resumen, los hebreos nunca conquistaron Palestina.
-Nunca. Porque ya estaban allí. Los primeros israelitas eran pastores
nómadas de Canaán que se instalaron en las regiones montañosas en el siglo
XII a.C. Allí, unas 250 comunidades muy reducidas vivieron de la
agricultura, aisladas unas de otras, sin administración ni organización
política. Todas las excavaciones en la región exhumaron vestigios de
poblados con silos para cereales, pero también de corrales rudimentarios.
Esto nos lleva a pensar que esos individuos habían sido nómadas que se
convirtieron en agricultores. Pero ésa fue la tercera ola de instalación
sedentaria registrada en la región desde el 3500 a.C. Esos pobladores
pasaban alternativamente del sedentarismo al nomadismo pastoral con mucha
facilidad.
-¿Por qué?
-Ese tipo de fluctuación era muy frecuente en Medio Oriente. Los pueblos
autóctonos siempre supieron operar una rápida transición de la actividad
agrícola a la pastoral en función de las condiciones políticas, económicas
o climáticas. En este caso, en épocas de nomadismo, esos grupos
intercambiaban la carne de sus manadas por cereales con las ricas ciudades
cananeas del litoral. Pero cuando éstas eran víctimas de invasiones, crisis
económicas o sequías, esos pastores se veían forzados a procurarse los
granos necesarios para su subsistencia y se instalaban a cultivar en las
colinas. Ese proceso es el opuesto al que relata la Biblia: la emergencia
de Israel fue el resultado, no la causa, del derrumbe de la cultura
cananea.
-Pero entonces, si esos primeros israelitas eran también originarios de
Canaán, ¿cómo identificarlos?
-Los pueblos disponen de todo tipo de medios para afirmar su etnicidad: la
lengua, la religión, la indumentaria, los ritos funerarios, los tabúes
alimentarios. En este caso, la cultura material no propone ningún indicio
revelador en cuanto a dialectos, ritos religiosos, formas de vestirse o de
enterrar a los muertos. Hay un detalle muy interesante sobre sus costumbres
alimentarias: nunca, en ningún poblado israelita, fueron exhumados huesos
de cerdo. En esa época, los primeros israelitas eran el único pueblo de esa
región que no comía cerdo.
-¿Cuál es la razón?
-No lo sabemos. Quizá los protoisraelitas dejaron de comer cerdo porque sus
adversarios lo hacían en profusión y ellos querían ser diferentes. El
monoteísmo, los relatos del Exodo y la alianza establecida por los hebreos
con Dios hicieron su aparición mucho más tarde en la historia, 500 años
después. Cuando los judíos actuales observan esa prohibición, no hacen más
que perpetuar la práctica más antigua de la cultura de su pueblo verificada
por la arqueología.
-En el siglo X a.C. las tribus de Israel formaron una monarquía unificada
-el reino de Judá- bajo la égida del rey David. David y su hijo, Salomón,
servirán de modelo a las monarquías de Occidente. ¿Tampoco ellos fueron lo
que siempre se creyó?
-Tampoco en este caso la arqueología ha sido capaz de encontrar pruebas del
imperio que nos legó la Biblia: ni en los archivos egipcios ni en el
subsuelo palestino. David, sucesor del primer rey, Saúl, probablemente
existió entre 1010 y 970 a.C. Una única estela encontrada en el santuario
de Tel Dan, en el norte de Palestina, menciona "la casa de David". Pero
nada prueba que se haya tratado del conquistador que evocan las Escrituras,
capaz de derrotar a Goliat. Es improbable que David haya sido capaz de
conquistas militares a más de un día de marcha de Judá. La Jerusalén de
entonces, escogida por el soberano como su capital, era un pequeño poblado,
rodeado de aldeas poco habitadas. ¿Dónde el más carismático de los reyes
hubiera podido reclutar los soldados y reunir el armamento necesarios para
conquistar y conservar un imperio que se extendía desde el Mar Rojo, al
Sur, hasta Siria, al Norte? Salomón, constructor del Templo y del palacio
de Samaria, probablemente tampoco haya sido el personaje glorioso que nos
legó la Biblia.
-¿Y de dónde salieron sus fabulosos establos para 400.000 caballos, cuyos
vestigios sí se han encontrado?
-Fueron criaderos instalados en el Sur por el reino de Israel varios
decenios más tarde. A la muerte de Salomón, alrededor del 933 a.C., las
tribus del norte de Palestina se separaron del reino unificado de Judá y
constituyeron el reino de Israel. Un reino que, contrariamente a lo que
afirma la Biblia, se desarrolló rápido, económica y políticamente. Los
textos sagrados nos describen las tribus del Norte como bandas de
fracasados y pusilánimes, inclinados al pecado y a la idolatría. Sin
embargo, la arqueología nos da buenas razones para creer que, de las dos
entidades existentes, la meridional (Judá) fue siempre más pobre, menos
poblada, más rústica y menos influyente. Hasta el día en que alcanzó una
prosperidad espectacular. Esto se produjo después de la caída del reino
nórdico de Israel, ocupado por el poderoso imperio asirio, que no sólo
deportó hacia Babilonia a los israelitas, sino que además instaló a su
propia gente en esas fértiles tierras.
-¿Fue, entonces, durante el reino de Josías en Judá cuando surgió la idea
de ese texto que se transformaría en fundamento de nuestra civilización
occidental y origen del monoteísmo?
-Hacia fines del siglo VII a.C. hubo en Judá un fermento espiritual sin
precedente y una intensa agitación política. Una coalición heteróclita de
funcionarios de la corte sería responsable de la confección de una saga
épica compuesta por una colección de relatos históricos, recuerdos,
leyendas, cuentos populares, anécdotas, predicciones y poemas antiguos. Esa
obra maestra de la literatura -mitad composición original, mitad adaptación
de versiones anteriores- pasó por ajustes y mejoras antes de servir de
fundamento espiritual a los descendientes del pueblo de Judá y a
innumerables comunidades en todo el mundo.
-El núcleo del Pentateuco fue concebido, entonces, quince siglos después de
lo que creíamos. ¿Sólo por razones políticas? ¿Con el fin de unificar los
dos reinos israelitas?
-El objetivo fue religioso. Los dirigentes de Jerusalén lanzaron un anatema
contra la más mínima expresión de veneración de deidades extranjeras,
acusadas de ser el origen de los infortunios que padecía el pueblo judío.
Pusieron en marcha una campaña de purificación religiosa, ordenando la
destrucción de los santuarios locales. A partir de ese momento, el templo
que dominaba Jerusalén debía ser reconocido como único sitio de culto
legítimo por el conjunto del pueblo de Israel. El monoteísmo moderno nació
de esa innovación.
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/775002
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¡Oh, vosotros que vivís sobre la tierra y vosotros que vais a nacer,
que vendréis a este desierto, que veréis esta tumba y pasaréis ante ella:
venid! Yo os conduciré al camino de la vida.
¡Oh, vosotros que vivís sobre la tierra y vosotros que vais a nacer,
que vendréis a este desierto, que veréis esta tumba y pasaréis ante ella:
venid! Yo os conduciré al camino de la vida.