On 13 ago, 15:11, "znôrt" <***@x.com> wrote:
> Geode wrote:
> > Y
> > cuando hay libertad, pues el cerebro no funciona bien, como
> > el mío, porque existen una serie de dogmas contrapuestos.
>
> :O)
>
> hombre, ya es así. pero aquí te veo de la mano de seb achacándoselo todo a
> las "minorias adecuadas". ay qué malas son! siempre la misma historia del
> estado totalitario manipulador. que, por supuesto que si. pero hay más
> cosas, no?
>
> los demás no están únicamente conectados al cerebro abrevadero colectivo.
> el suyo personal monoplaza funciona en paralelo. no están todos acojonados
> en sus casas ... muchos pasan del tema y otros incluso ... están
> entusiasmados!
>
> ese es todo otro fenómeno que es el que me parecería más interesante y es
> el que describia el zorro feroz. el estado manipula. las balas matan. la
> muerte es horrenda. eso está muy bien, está muy claro y está muy visto.
> pero ...
> por qué un vecino odia a otro? cuál es el malo?
¿Te refieres a esa mala hostia tan... que parece innata?
No sé si es innata o condicionada. Si tomamos como referencia a los
animales en general... por ejemplo los carnívoros... pues parece
innata. Hasta puede tener algo que ver con la testosterona. Pero,
igual no tiene nada que ver.
Y en el caso de los herbívoros ya ves la mala leche que muestran en
los ideas de la cópula. Según los estudiosos del tema, el 85% de los
machos herbívoros no consiguen echar un casquete en su vida. De modo
que puede haber una mala hostia relacionada con unos niveles elevados
de testosterona, si miras a los cabezazos que se dan los machos a los
que se acercan al harén. En las cárceles, te puedes imaginar que los
criminales más duros están a tope de testosterona. Es una hipótesis
que se me ocurre.
Lo de la mala hostia humana... pues yo estaba intrigado con cierto
jefecillo, un mando intermedio de esos, y la gente decía de él, "¡pero
que hijo puta es este tío!" Como la cosa era bastante unánime, yo me
incliné a filosofar un poco y me pregunté: "¿Por qué le llaman hijo
puta?" Estaba claro que no se trataba de una expresión literal. Al
cabo de un rato, vine a dar con una definición apropiada, "era hijo
puta porque aplicaba aversivos sin ánimo de lucro."
Y esa actitud está bastante extendida, aunque con diversos grados de
virulencia. Probablemente, se trata de un valor tradicional que se
transmite de padres a hijos. El pater familias trata de imponer, con
variable intensidad, sus criterios de orden e ideología a sus
vástagos. Los valores tradicionales que se dice. En general, estos
valores se transmiten por medio de aversivos. En general suele ser un
mal sistema, pero funciona. Entonces, los hermanos mayores, acaban
identificándose con la figura paterna, y tratan aversivamente a sus
hermanos menores. Y cuando los hermanos menores se dispersan, y ya no
están al alcance de sus putadas, pues tratan de acojonar a algún
vecino, o algún subordinado en el trabajo, o en la escuela, etc.
Se nota especialmente, que este sistema tradicional de control, nos
puede llevar a tener fe en las medidas drásticas, como la fuente ideal
para solucionar problemas. Y en esta doctrina me ha parecido que
creen tanto la gente de derecha como la de izquierdas. Solo cuando no
hay problemas serios, suelen ir los políticos como en plan
descafeinado. Parece que su mantra predilecto es "yo no mato a esa
mosca". Y eso va bien, cuando se juega a las democracias. Pero,
cuando se presentan problemas serios, es muy difícil jugar a la
democracia, porque ningún político se atreve a usar la cirugía sin
anestesia, para solucionar los problemas cuando se presentan.
Y cuando hay este tipo de problemas, lo normal es que los políticos
con hábitos democráticos no se pongan de acuerdo en las soluciones.
Y aunque en origen, parece que existe gran diversidad de ideas, y que
cada quisque tiene su propio computador para razonar de modo
independiente... pues igual... igual no. Que no hay tanta gente capaz
de pensar por su propia cuenta. En general, creo que encontramos más
confortable con pensar con las ideas de un grupo concreto. Es una
larga historia de camaradería. Un tercio o más de la gente cree en
algo; se trata de ideas que se emparentan con uno o más de los
paradigmas dominantes. El resto de la gente, se deja llevar por la
mayoría, cuando está clara esa mayoría. Que no siempre está clara, y
se nota que fluctúa un poco con el tiempo. Cuando uno mira los
resultados electorales actuales y los compara con los tiempos de la
república, uno ve que las mayorías de las diferentes regiones
presentan cierta estabilidad a lo largo del tiempo.
Pero, ¿cuánta fuerza tienen estas convicciones? Esa parece que era la
idea que presentabas. Efectivamente, existe cierta convicción, pero
la fuerza es muy variable. Solo una pequeña minoría está dispuesta a
jugarse la vida por sus ideas políticas y religiosas. Pero, en
general, la mayor parte de la gente se plega ante las amenazas
aversivas. Según el análisis de la conducta, los controles aversivos
se destacan por su inmediatez. Es decir, que sus efectos de dejan
sentir en muy corto espacio de tiempo. No te convencen, pero te
acojonan con eficacia. Estoy pensando ahora en el mundial de fútbol
en ciudad de México. Las fuerzas subversivas mexicanas tenían
programado un plan de cefaleas intensivas para los dirigentes del PRI,
a base de manifestaciones casi diarias. Los ametrallaron desde la
primera reunión en la Plaza de las Tres Culturas, y no se volvió a oír
una palabra más sobre las manifestaciones. Algo parecido parece que
ocurrió en la plaza de Tiananmén, en Beijin. Ese nombre, Tiananmén,
significa "la puerta de la paz celestial"; y se trata de un nombre
muy evocador para un ametrallamiento de urgencia. Estos detalle y
otros, me hacen pensar que el análisis de la conducta no miente sobre
la rapidez con que surte efecto el control aversivo cuando se aplica
de un modo riguroso y sin titubeos. Si buscamos antecedentes en los
libros de historia, supongo que los encontraremos en gran
abundancia.
Pero, el control aversivo intensivo solo te sirve para ganar la guerra
que tienes en ese momento pendiente. Pero a largo plazo, hacen falta
otros medios para convencer. Y es que el control aversivo, tiene sus
inconvenientes. No solo vuelve aversivos a los controladores, sino
que vuelve igualmente aversiva a la conducta que intentas controlar.
Dicho de otro modo, si le das de hostias al niño para que haga los
deberes de matemáticas, no solo estás adquiriendo fama de hijo puta,
sino que estás haciendo que el niño odie a las matemáticas. Un vecino
que tuve era bastante malaje. Tuvo a la hija de tres o cuatro años,
pasando las vacaciones con la abuela en Lanzarote. Allí, una extraña
maestra le enseñó a la niña a leer en unas semanas.
Cuando la niña volvió a casa, quiso hacerme una demostración de la
genialidad de la niña leyendo. Cuando la niña oyó los comentarios se
puso lívida. El padre le hizo traer el puto libro. La niña fue de
mala gana a por el libro, y cuando se puso a leer, el padre era un
monstruo aversivo, que no hacía nada más que dar la bronca cuando la
niña se equivocaba. Le dije, deja a la niña en paz, tío. y al cabo
de un rato la niña desapareció del mapa. Le dije al tío que estaba
fastidiando a la niña con esa puñetera lectura. Que no tenía que ser
tan fastidioso, pues la niña le iba a coger repugnancia a la lectura.
No hubo manera de convencerlo.
Lo que quiero decir, es que es muy difícil nadar y guardar la ropa.
Los bienes que la gente desea tener y consumir proceden del trabajo.
Y en este punto, muy poca gente ha sido educada con la inteligencia
necesaria para que le guste trabajar mucho. Un poquito de trabajo, se
tolera bien. Pero, los jefes siempre están presionados desde arriba
para que demos más rendimiento. Y aquí es donde está el quid de la
cuestión.
No es fácil conseguir a fuerza de aversivos que la gente se rompa los
cuernos trabajando. Te pueden obligar, igual que te fuerzan con
eficacia a hacer una guerra. Pero, lo más probable es que no ames el
trabajo, ni tampoco la guerra. Se requiere un comecoco especial para
tengamos amor por el trabajo o por la guerra.
En la guerra, si la tropa no estuviera bien vigilada por la policía
militar que patrulla la retaguardia, las deserciones serían masivas.
En fin que no se podría ganar ninguna guerra sin policía militar. Hay
más motivos para perder una guerra guerra, claro. No estoy
escribiendo un tratado.
Leopoldo