[FESTIVAL MAYALEN] Alguien voló sobre el nido del cuco - Mi visión
por pabloMad
«Acabo de ver una película de Hitchcock.
Su estilo me recuerda un poco las
novelas de artes marciales de Gu Long.»
--ZHOU WEI-HUI: "Shanghai Baby" (2000), cap. 16
Al principio pensé que éste era un foro de mensajes que tenían una vida
más o menos propia. Después descubrí que los mensajes llevaban firmas que
se correspondían a un estilo, a cuyos autores empecé a querer como se
quiere a tal escritor, a tal cineasta, al café con leche de por las
mañanas. Luego resultó que los que escribían en el foro se comunicaban
contigo, mostraban sus sentimientos, podían cambiar tu visión de las
cosas. Eran personas como tú y como yo, que vivían, sufrían, disfrutaban.
Me di cita con dos foreros por las calles de Madrid; otro me grabó una
peli que daban por televisión; recibí de otra unas cintas con las que
quiso compartir su emoción por esas películas: así que había una
interacción física, y no sólo virtual, entre este rincón del ciberespacio
y el mundo real. (Pero estos descubrimientos fueron sólo el comienzo.)
También estaba Mayalen, con quien a veces me escribía. Un día se puso
enferma y sentí un desgarro. Nunca pensé que podía inquietarme hasta tal
punto su destino.
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ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO ? MI VISIÓN
(o de cómo yo también volé sobre el nido del cuco)
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"One Flew Over the Cuckoo's Nest"
("Alguien voló sobre el nido del cuco")
De Milos Forman (1975),
con Jack Nicholson (como McMurphy) y Louise Fletcher (la enfermera
Ratched) entre otros: http://akas.imdb.com/title/tt0073486/
Duración: 2 h 08 mn
Existe edición en DVD de Warner, 2002 (zona 2, subt. en inglés,
castellano, etc.; disco con la película y disco adicional con extras).
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[ En lo que sigue, puede haber algunos SPOILERS, que he intentado
disimular, no obstante, lo más posible: en consideración a aquellos
lectores que no hayan visto aún "Alguien voló sobre el nido del cuco" -y
digo yo: ¿y a qué estarán esperando?- Nota: *imperativamente* en V.O.
como argumento más adelante. ]
La verdad es que hace tiempo que había elegido /otra/ película para este
post. Un día del pasado abril, sin embargo, hubo una de esas azarosas
interferencias entre la vida y el cine: borrosas escenas de "Alguien voló
sobre el nido del cuco" cristalizaron de pronto, nítidamente, ante mis
ojos. Tuve la necesidad perentoria y vital de ir a comprar la edición en
DVD, que no sólo incluye la película, sino también un esclarecedor
"Making Of...", en el que intervienen el propio director, Milos Forman;
los productores, Michael Douglas y Saul Zaentz; el guionista Bo Goldman;
y algunos de los actores que la protagonizaron, entre ellos Louise
Fletcher o Danny DeVito.
«IT MUST BE RRREAL!»
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El "Making Of" me descubrió la clave principal de la escritura del guión
(que llevó a cabo Bo Goldman en un bar de hotel, en donde se reunía para
ello, todos los días, con Milos Forman) así como del rodaje y de las
interpretaciones de TODOS los actores: la idea básica de Forman al hacer
la película era que «tenía que ser rrreal» («It must be rrreal!»,
pronunciado con su inglés de fuerte acento checo de la época, según
repiten en el "Making Of" los productores, el guionista, los actores... y
el mismo Forman). De hecho, se eligió como localización para el rodaje
del filme un hospital psiquiátrico de verdad (en fin, el único que
encontraron que les dio permiso para filmar dentro), el "Oregon State
Mental Hospital". El método de trabajo con el equipo, y con los actores
en particular, comenzó con una inmersión previa de todos ellos en el
ambiente del psiquiátrico: antes del rodaje, todos estuvieron viviendo (y
durmiendo) allí durante 10 días (salvo Jack Nicholson, que llegó a la
mitad de este período), integrados completamente en la vida cotidiana del
hospital (la cual incluía comer con los internos o asistir a las terapias
de grupo con ellos, por ejemplo), alternando esa vida cotidiana con los
ensayos para el rodaje propiamente dichos. Incluso el director del
"Oregon State Mental Hospital", el Dr. Dean Brooks (a quien Forman
convenció para que interpretara al Dr. Spivey, es decir, ¡¡¡al director
del hospital en la ficción!!!), sugirió a los actores qué tipo de
problema mental era más verosímil que padeciera cada uno de sus
personajes, y les asignó a cada uno a diferentes pabellones: para que se
familiarizaran con los enfermos reales correspondientes, a los que no
sólo tenían que observar, sino cuya rutina debían seguir (incluso
asistiendo a las terapias correspondientes) y, en definitiva, comportarse
como ellos.
De este modo, los actores se pasaban las jornadas enteras literalmente
dentro de sus personajes: Danny DeVito, Christopher Lloyd o Vincent
Schiavelli, que actúan en "Alguien voló sobre el nido del cuco" como
internos, hablan en la actualidad de esta experiencia con viva nostalgia
y como de una situación de ensueño para un actor: la de no tener que
dejar de interpretar su papel en ningún momento.
Tanto es así que, cuando se incorporó al rodaje Jack Nicholson al quinto
día (no porque recibiera un trato especial, sino porque tenía que
encontrarse al llegar, igual que su personaje McMurphy en el filme, con
un montón de locos que ya hubieran asumido su papel), a la hora de comer,
se encontró con una panda de tipos de los que, según narra Michael
Douglas, dijo: «¿Quiénes son estos tíos? Son actores, ¿no? ¿Es que no lo
dejan nunca? ¡Joer, es la hora de la comida!».
[Michael Douglas relata que algunos actores se lo tomaron muy en serio:
«Estábamos un poco preocupados por Sydney Lassick (Cheswick), pero el Dr.
Brooks», cuenta Douglas riéndose, «nos decía: "Sé que Sydney os preocupa;
pero si las cosas se descontrolan, tenemos la medicación adecuada"».
El propio Dr. Dean Brooks (el Dr. Spivey en la película) cuenta también
cómo Danny DeVito fue a verle algo inquieto, durante el rodaje, porque
trabajaban hasta tan tarde que ni siquiera tenía tiempo de llamar a su
mujer a Nueva York, así que DeVito había empezado a hablar con un "amigo
imaginario". Y prosigue Brooks: «Yo le dije a Danny: "Mientras sepas que
el amigo imaginario con el que hablas no es real, no hay motivos para
preocuparse. Los niños lo hacen todo el tiempo».]
La idea de Forman de que todo sugiriera realismo, su preocupación por la
naturalidad, constituye pues uno de los principales hilos conductores de
la película. Si se quejaba sobre el resultado de una toma, era porque
«That is not naturrral»; y por ejemplo Louise Fletcher, que encarna un
personaje tan difícil y tan central en el filme como es el de la
enfermera Ratched ("Big Nurse", la enfermera jefe), confiesa que Forman
apenas le daba indicaciones sobre cómo componer su papel, que la única
indicación que le repetía una y otra vez, tanto a ella como al resto de
los actores, era en forma de pregunta: «Is it natural?». De hecho, cuando
se filmaban los distintos planos (por ejemplo, en las secuencias de las
sesiones de terapia de grupo con los internos: esas sesiones dirigidas
por la enfermera Ratched), ninguno de los actores sabía cuándo iba a
estar en cámara, de modo que tenían que comportarse todo el tiempo con la
naturalidad que se les suponía a los personajes (aunque sea una
naturalidad a la que no estamos acostumbrados: poco "natural" para
nuestros ojos).
Precisamente, muchas veces se le reprocha a "Alguien voló sobre el nido
del cuco" la sobreactuación de todos sus intérpretes (o, al menos, de los
que hacían de "locos", incluyendo ahí a Nicholson). Si he resumido la
idea conductora que presidía el método de trabajo empleado en la
realización de la película, es porque estoy sugiriendo mi total
desacuerdo con esa afirmación, es decir, que para mí la supuesta
sobreactuación no es tal; se me contraargumentará que lo que cuenta es el
resultado que se aprecia en la pantalla: pero sobre ello volveré más
tarde...
SIMBOLOGÍA Y DIFERENTES LECTURAS
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Sí me parece, en cambio, que lo que Forman pretendía con ese absoluto
realismo, con su obsesiva búsqueda de la naturalidad a través de la
puesta en escena y del trabajo de los actores, era una mayor fuerza del
simbolismo que él quería darle al filme: a más realismo, mayor poder como
metáfora, aunque resulte paradójico: y ése es uno de los logros de la
película (a la que también se le ha achacado, por cierto, el estar algo
lastrada por su "excesiva carga simbólica"). Como dice el realizador:
«para mí el ambiente y la vida en el psiquiátrico que se describen en la
película me eran muy familiares, porque me pasé 20 años viviéndolos
cotidianamente: yo vivía en una sociedad así en Checoslovaquia; yo, con
"Alguien voló sobre el nido del cuco", no estaba haciendo una película
americana, sino una película checa!».
Sin embargo, el propio guionista Bo Goldman tiene, treinta años después,
una visión más amplia, más poética quizás, de esa simbología, según lo
cuenta conmovedoramente en el documental: «Desde que nacemos, se nos
impone convertirnos en parte del sistema. ¿Y para qué estamos en este
mundo sino para inventarnos a nosotros mismos? McMurphy, dentro de su
criminalidad, su locura, su obsesión, lo comprende mejor que nadie».
La potencia de la película para los ojos del espectador actual (bueno,
para mis ojos en concreto) no reside, sin embargo, en esa simbología que
le quiso dar el director; ni siquiera (o no sólo) en la interpretación
que acabo de citar del guionista, que es mucho más atemporal; tampoco el
interés del filme se encuentra esencialmente en el aspecto digamos
histórico de las metáforas que plantea (y eso que ese aspecto histórico
tiene un interés indudable y al menos doble, por otra parte: pues no sólo
refleja aspectos de una época, los primeros años '60 del s. XX, en que
Ken Kesey escribió la novela en que se basa el filme, y en que está
ambientada la película; sino que también refleja, indudablemente,
aspectos artísticos e ideológicos de mediados de los '70, en que la
película está escrita y realizada: por el modo de rodar, por las tesis
que defiende, etc.).
No. La fuerza de "Alguien voló sobre el nido del cuco" estriba, según Mi
Visión, en que nosotros podemos seguir en la actualidad haciendo lecturas
válidas de la película, muy diferentes (o no) de las planteadas
originalmente por sus creadores. Lecturas que tienen un valor
significativo, vital, para nosotros: aquí y ahora: mucho más allá de lo
artístico, de lo cinematográfico o de lo sociopolítico. Y entre ellas
incluyo *también* la primera lectura, la lectura obvia o superficial: la
que (supongo) hacen en las facultades de medicina y no en las de ciencias
políticas, ni en las escuelas de cine: la lectura de la película como una
visión del mundo de los "locos", y por añadidura de unos métodos de
tratamiento psiquiátrico más o menos cuestionables, más o menos aún
vigentes unos, o desterrados ya otros, en la actualidad.
LA ESTRUCTURA TRÁGICA
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Hay, por otra parte, una inexorabilidad en toda la película, un
encadenamiento casi inevitable de las situaciones, en todo caso una
innegable estructura que recuerda a la tragedia griega (con referencias a
Edipo incluidas: como no podía ser menos en una película cuya acción se
desarrolla en un psiquiátrico). De nuevo lo explica muy bien Bo Goldman
en el documental de una manera conmovedora:
«Pienso que ninguna gran historia tiene desviaciones. No hay elecciones.
Tiene que ser así. Si un hombre lleva una vida honrada, le va a ir bien.
Aunque se destruya su carrera, aunque pierda a sus hijos, o a su mujer,
le irá bien. Porque ha escrito el guión correcto para sí mismo. Eso es lo
que ha hecho McMurphy, y Bromden se da cuenta de ello y le libera.»
Tan conmovedoramente se expresa Goldman cuando da esta interpretación,
con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa, que nos preguntamos si el
guionista, al describir así la historia de "Alguien voló sobre el nido
del cuco", nos está hablando más bien, en el fondo, de su propia vida; de
la vida, de cualquier forma, más que de la película o del propio guión
que él escribió para la misma (aunque también).
Pero el tiempo fílmico está sabiamente dosificado, y no nos damos cuenta
de que el mismo se convierte en el de una tragedia griega (o checa, o
americana, nos da igual) hasta que de repente, súbitamente, McMurphy toma
conciencia de su verdadera situación desesperada...
En los primeros cincuenta minutos de película, más o menos, McMurphy es
un macarrilla que proviene de una penitenciaría (no sabemos por qué
delitos fue condenado), un tipo que se hace el loco porque no quiere
volver a los trabajos forzados, y que resulta más o menos gracioso para
los demás internos: aunque a éstos les haga plantearse preguntas a menudo
mucho más profundas que las que abordan en las sesiones de terapia con la
enfermera Ratched.
Papel éste, por cierto, en el que Louise Fletcher está sencillamente
excelente, consiguiendo de una manera graduada y magistral convencernos
de que ella es "la personificación del mal" ("the personification of
evil", dice Forman), más en el sentido de que el mal emana de ella, o
mejor aún, fluye a través de ella, mientras está simplemente haciendo lo
que a ella (y a un observador externo, como los otros psiquiatras que
evalúan a McMurphy; e incluso como el Dr. Spivey que tiene en un par de
secuencias un trato más directo con el personaje de Jack Nicholson) lo
que a ella y al observador externo, digo, les parece lo correcto, lo
mejor "objetivamente" para "sus" enfermos. Es decir, como si el mal la
instrumentalizara a pesar de ella, y desde luego sin darse cuenta, sin
ser ella consciente de ese fluir del mal a través de sí misma. A esto
contribuye poderosamente la voz cadenciosa de Fletcher, el tono dulce con
el que manifiesta sus negativas o sus contraargumentaciones, «como si
hubiera hecho un doctorado en agresión pasiva», según explica (de nuevo)
el estupendo Bo Goldman (quien dice haber tomado a su suegra como
referencia a la hora de dar forma a los diálogos de la enfermera
Ratched!!).
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(Inciso sobre las interpretaciones de Jack Nicholson y Louise Fletcher, y
sobre el doblaje al castellano que se hizo en la época)
Seguramente Mayalen pensará también sobre esta película (como suele
comentar tantas veces) que es inexcusable verla en V.O. Y yo explico por
qué pienso como ella. Realicé el masoquista experimento de poner en
algunas secuencias el doblaje castellano (de 1975 ó 76) tanto de Jack
Nicholson como de Louise Fletcher, y la verdad es que el resultado me
pareció absolutamente desolador: tanto por la traducción del texto en sí
misma, absolutamente suavizada (como corresponde a aquellos años en que
la censura se ejercía en España de una manera muy sutil; aunque la
película se estrenara casi un año después de la muerte del dictador,
todavía eran "malos tiempos para la lírica"...), como por la entonación
de los actores que doblaban a estos dos personajes protagonistas: la una
pierde buena parte de la maldad que fluye de sus palabras cuando se la
escucha hablar doblada en castellano (en vez de en el original inglés),
pues lo hace de forma muchísimo más plana y con muchos menos matices, sin
ese fondo de "agresión pasiva" que decía Goldman, y que subyace -más allá
de toda duda razonable- bajo las aterciopeladas y musicales palabras con
que Fletcher da voz en el inglés original a la enfermera jefe (esa
musicalidad y ese aterciopelamiento de la voz de Ratched son
fundamentales para entender a este personaje: y también se pierden en el
doblaje). Por su parte, el doblaje de Nicholson hace que McMurphy parezca
carecer del punto lunático y a la vez lúcido que sin embargo el actor
mantiene durante casi todo el metraje; y sus ocasionales arrebatos de
rebeldía y mala leche se convierten en castellano en discursitos bastante
planos, como de suaves quejas o reprimendas, en vez de como enunciación
de un profundo malestar ante lo injusto o ante lo ilógico (aunque los
gestos y la expresión corporal de Nicholson desmientan constantemente al
doblador).
De entre los ejemplos de traducción "suavizada" que he podido escuchar,
he aquí unos mínimos ejemplos:
- «That fucking nurse, man...!» ("esa puta enfermera, tío") doblado como:
«si no fuera por esa enfermera...»;
- «And then you haven't got the guts just to walk out?» ("¿y no tenéis
los huevos de largaros?") es en el doblaje: «y no obstante ninguno de
vosotros tiene los suficientes redaños para marcharse» (obsérvese el nada
barriobajero "no obstante" del doblaje, así como lo de los "redaños" que
nunca, nunca, he escuchado decir a nadie, aparte de en (doblajes de)
pelis anteriores a los 80!); o bien:
- «The average asshole out walking around on the streets» ("el gilipollas
medio de ahí fuera que se pasea por las calles") se convierte en: «esa
infinidad de individuos que van por las calles»; o también:
- «You sly son of a bitch!» ("¡serás listo, hijo de puta!") suena en el
doblaje como: «vaya, menudo golfo estás tú hecho».
En fin... No he tenido paciencia, ni ganas, para ponerme a buscar más
ejemplos de manipulaciones del doblaje en este estilo, pero ya se ve un
poco el panorama... (El subtitulado en castellano es reciente y me ha
parecido correcto.)
(Fin del inciso)
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Pero bueno, a lo que íbamos. Poco antes de llegar a la hora de película,
y justo después de esa inolvidable secuencia de la votación "Ratched
versus McMurphy" sobre si se autorizaba o no a los internos que se les
pusiera la tele para que pudieran ver un partido de las finales del
campeonato americano de béisbol de 1963 (secuencia que acaba con la
"retransmisión" que hace McMurphy del partido, frente al televisor), se
nos presenta un episodio que al principio nos parece meramente anecdótico
o divertido (casi un contrapunto cómico a la dramática escena de la
votación que acabamos de ver; o peor todavía: le encontramos a dicho
episodio otro significado: porque es que, de hecho, ¡¡también tiene ese
otro significado!!). Pero ése es, para mí, el episodio central que hará
que la tragedia, tan sólo latente hasta entonces, cristalice y se
precipite, y cobren sentido en el desarrollo de la misma todos los
elementos que se nos habían presentado hasta entonces como quien no
quiere la cosa (o en todo caso, siguiendo una gradación muy suave),
trenzándose todos ellos en un nudo gordiano inextricable que sólo un
hachazo de una fuerza y una rabia descomunales podría desatar.
Me refiero a la escena de la escapada a pescar de McMurphy con todos sus
amigos "perturbados" del pabellón. En esa escena, se nos muestra que la
cordura está separada de la locura sólo por una finísima línea, tal vez
ni siquiera. [Y puestos a evocar delgadas líneas rojas que nos sugiere el
filme de Forman, señalemos también la que separa la vida de la muerte, el
amor del desamor, la esperanza de la desesperación.] En el autobús, en la
calle, en el barco, todos los personajes parecen personas "normales"
(pero ¿existe realmente la "normalidad"?), salvo excentricidades o
torpezas puntuales, que pueden simplemente deberse al hecho de que todos
ellos lleven tanto tiempo aislados del mundo exterior y de la vida
cotidiana que existe fuera del hospital sin que ellos sean plenamente
conscientes de la misma. Hasta el punto de que cuando McMurphy presenta a
sus compinches como personal médico del "Oregon State Hospital", el
malhumorado empleado del pequeño negocio de alquiler de barcos no ve
finalmente motivo alguno para dudar de su palabra. Pero lo más revelador
de esta escapada es la vuelta, contentísimos con los dos enormes salmones
que han conseguido pescar y que les hace volver alzando su trofeo con una
expresión radiante de triunfo, casi infantil: la cual no es muy diferente
de la que tiene el Dr. Spivey en una fotografía de su despacho, de la que
se muestra orgulloso ante McMurphy al principio del filme: una foto en la
que se le ve justamente sosteniendo un salmón también enorme, con el
mismo orgullo casi infantil que el de los "loquitos" que vuelven de pesca
con McMurphy...!
Pero, como decía, este episodio (que es la única parte de la película que
no está rodada secuencialmente con respecto al resto de la misma: todo lo
demás se filmó de manera cronológica en las dependencias del hospital) es
también el desencadenante de la tragedia hasta ahora larvada.
Pues hasta entonces McMurphy había sido poco más que un tipo molesto
aunque graciosillo para los psiquiatras, para las enfermeras y para el
resto del personal (incluidos los vigilantes), que como respuesta le
puteaban un poco; sin embargo, su escapada ha sido una muestra de desafío
y un acto reprobable a los ojos de todos ellos y que, además, podría
denotar trastornos de su personalidad, más o menos importantes, que
justificarían prolongar su estancia indefinidamente en el psiquiátrico de
Oregón... Y efectivamente, en la reunión que en la secuencia siguiente
mantienen los psiquiatras y la enfermera jefe Ratched con el Dr. Spivey,
es a ésta a la que se deja decir la última palabra sobre McMurphy, en un
primer plano en el que la cámara realiza un suavísimo zoom durante 23
segundos pasando de un encuadre en primer plano, en que a Louise Fletcher
se le ven los hombros y toda la cabeza (incluido el prolijo peinado que
recuerda las alas de un murciélago) hasta el encuadre final en un gran
primer plano, en que su rostro (sus verdes ojos tranquilos, su expresión
calmada, su boca rotunda y ligeramente sensual) llena la pantalla,
desbordándola (sin que aparezcan las "alas de murciélago" a que recuerda
el pelo). Y durante esos 23 segundos, esto es lo que dice la enfermera
jefe Ratched:
«Well, gentlemen, in MY opinion, if we send him back to Pendleton or we
send him back to Disturbed, it's just one more way of passing out our
problem to somebody else. You know, we don't like to do that... So, I'd
like to keep him on the ward» (*),
y acaba tras una breve pausa:
«I think we can help him» (*),
palabras todas ellas que ha pronunciado girando varias veces la cabeza a
su izquierda y a su derecha para mirar de manera franca a sus
interlocutores, para que todos ellos se encuentren con su mirada
convencida que cree firmemente en lo que dice.
(*)«Bueno, señores, en MI opinión, si le volvemos a enviar a Pendleton, o
si le volvemos a enviar a Desequilibrados, lo único que hacemos es pasar
el problema a algún otro. Y saben, a nosotros no nos gusta hacer eso...
Así que me gustaría que se quedara en nuestro pabellón... Pienso que
nosotros podemos ayudarle».
=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=
Estos 23 segundos constituyen, para mí, el plano *CENTRAL* de la
película, y especialmente la frase «I think we can help him - pienso que
nosotros podemos ayudarle». [Cuando ya había escrito todo esto, escuché a
Forman decir, en el "comentario en audio" que a veces añaden como
"extra" a estos discos modernos, más o menos lo siguiente: «por mi propia
experiencia en la vida, sé que muchas veces el Mal se manifiesta,
consciente o inconscientemente, a través de alguien que se ofrece a
ayudarte; muchas veces alguien que nos está haciendo un daño irreparable,
aunque no se esté dando cuenta, lo hace convencido de que es por bien
nuestro, para ayudarnos».] Y digo el plano "central" en un sentido
amplio: porque es el que da un sentido profundo a todo el film; pero
también porque dicho plano se sitúa hacia el minuto 64 de la película
(exactamente entre los minutos 63'45" y 64'08" del DVD: es decir, casi
casi está puesto en la mitad *exacta* del metraje de la película!!! (que
dura 128'04" con los créditos finales, y 126'00" sin dichos títulos de
crédito!!). No creo que se trate de un hecho casual, la verdad.
=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=_=
En las siguientes secuencias, McMurphy toma conciencia de que no le
quedan dos meses y un día (pongamos) para salir de ahí, como había
pensado hasta entonces: eso (el recuento del tiempo como el que llevaba
en la prisión de la que proviene) es lo que le había llevado a fingir
cierta forma de trastorno mental (como muy bien había señalado el Dr.
Spivey por dos veces), para que no le devolvieran al campo de trabajo del
que le trajeron al principio de la película, para ser evaluado de un
posible trastorno mental. Entonces se da cuenta (por lo que le dice uno
de los vigilantes y por boca de la propia Big Nurse Ratched) de que no
saldrá de allí a menos que lo quieran los psiquiatras y, en última
instancia, la propia enfermera Ratched. Y, al enterarse con estupor de
que la mayoría de los internos con los que se relaciona están allí por
voluntad propia, al contrario que él, es cuando comprende que no saldrá
de allí a menos que se pliegue a la autoridad de la enfermera Ratched: en
otras palabras, no saldrá de allí nunca... a no ser que se escape:
McMurphy: «Joder, tíos, no hacéis más que quejaros de que no podéis
soportar estar en este sitio, ¿y luego no tenéis los huevos de largaros
de aquí? ¿Qué os creéis, pordiós santo, que estáis locos o qué? ¡Bueno,
pues no lo estáis! ¡No! No estáis más locos que el gilipollas medio de
afuera que se pasea por las calles, ya está. ¡Joder, no me lo puedo
creer!»
HACIA EL DESENLACE
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A partir de ese punto, el mecanismo trágico de la película se pone en
marcha cual un engranaje de precisión. La vida en el hospital parece como
en la primera hora de película, pero ya no es la misma. El personaje de
McMurphy interpretado por Jack Nicholson empieza a mostrar su
desesperación, y su personalidad se trastornará verdaderamente: ¿quién no
sufriría una seria alteración de personalidad estando encerrado en un
lugar así, junto a unos internos así, bajo la autoridad de una Big Nurse
así? Y el carácter genial de la actuación de Jack Nicholson reside
precisamente ahí: en sabernos mostrar sus obsesiones, sus contradicciones
y su humanidad en el que es el papel más difícil de interpretar de toda
la película: es cierto que en los demás personajes hay una cierta
evolución, motivada precisamente por su contacto con McMurphy: incluida
la enfermera Ratched, personaje al que la interpretación de Louise
Fletcher consigue transmitir una rica gama de matices. Pero Jack
Nicholson adopta una variedad de registros sencillamente impresionante:
el McMurphy reflexivo, el irritado, el sublevado por la injusticia, el
que cambia de humor, el que finge, el que finge estar fingiendo, el que
se burla, el que se obsesiona, el que se muestra generoso, el que se
rebela... dejando ver siempre su lado humano, su procedencia social, su
lado macarra que sin duda le llevó a cometer el delito por el que se le
enchironó: delito del que nunca, por cierto, llegaremos a saber nada. Así
que despachar la interpretación de Nicholson con suficiencia, con una
mera afirmación del tipo "está sobreactuado" es, además de injusto,
totalmente falso.
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(Otro inciso)
Hablando del delito y de McMurphy: no sólo no sabemos prácticamente nada
de él ni de su pasado (aparte de que tiene una chica que se llama Candy
que juega un papel en la historia), sino que esto ocurre con todos los
demás personajes de la película (salvo alguna excepción apenas esbozada:
el interno que en la terapia cuenta sus problemas conyugales; o el joven
del que adivinamos terribles conflictos relacionales debidos, según se
nos apunta muy brevemente, a la figura represora de su madre). Ni
siquiera la enfermera Ratched (Miss Ratched, esto es, la Srta. Ratched)
parece tener una vida fuera del hospital: ni hay referencias a esa vida
ni, por supuesto, se nos muestra ninguna imagen de Ratched al otro lado
del recinto hospitalario (ni siquiera en el patio, ahora que lo pienso).
(Fin de este otro inciso)
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En cuanto al desenlace propiamente dicho de la película, me gustaría
transcribir de nuevo aquí las palabras del guionista, Bo Goldman, que se
expresa mejor de lo que yo podría hacerlo:
«¿Qué iba a decir Bromden? ¿Cuál era la última frase de Bromden? No
acababa de encontrarla. Milos me preguntó: "Qué piensas que pasa?". Yo le
contesté: creo que quiere decir "Vámonos" ("Let?s go"). Y Milos dijo:
"That?s it!, 'Let's go'!". "Let's go", "Vámonos": Es la mejor frase que
he escrito nunca.»
Y ver a Bromden, justo antes de que despunte el alba, perderse
paulatinamente en el camino hacia las montañas que le franquearán el paso
a Canadá es una liberación absoluta para el espectador, un prodigio de
fuerza narrativa (gracias también a la fotografía de Haskell Wexler y a
la música de Jack Nitzsche) efectuada con una precisión y con una
economía de medios que la Historia del Cine no debería olvidar jamás.
LO QUE SE HA DICHO DEL FILME EN es.rec.cine; Y ALGUNOS OTROS APUNTES
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Salvo citarla en múltiples listas y cargarla de estrellitas en variadas
votaciones, en es.rec.cine sólo se han dado sobre "Alguien voló sobre el
nido del cuco" algunas pinceladas dispersas: por cierto, que Santi
Gallego lo hace de vez en cuando; y algún otro forero muy puntualmente y
como de pasada. P.ej., la misma Mayalen hace ahora exactamente tres años,
en mayo de 2002, comentó
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« - Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) --> Esta es una de las
grandes piniculas de este arte. La actuación de Nicholson ya vale por
todas las entradas de una misma sesión. Además, cuenta una preciosa
historia. ¿Y la jefa de enfermeras? Impagable.»
( (C) Mayalen, es.rec.cine, 13-05-2002 )
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Supongo que tanta parquedad en nuestro querido grupo de noticias se debe
a que ya la han estudiado y diseccionado profusamente los críticos y los
especialistas a lo largo de estos últimos treinta años, y a que sin duda
figura en todas las enciclopedias y anales... (¡Y yo sin enterarme y
encima con estos pelos...!) Y sin embargo...
LA FOTOGRAFÍA
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Me habría gustado, en particular, que Santi o algún otro se hubieran
extendido sobre la fotografía de Haskell Wexler para "Alguien voló sobre
el nido del cuco". Por ejemplo Nacho Aguilar, quien dijo de ella
recientemente (al hilo del uso del color y la fotografía en "El
aviador"):
«Precisamente "Alguien voló sobre el nido del cuco" tampoco era un
film demasiado contrastado en sus escenas diurnas.»
( (C) Nacho Aguilar, es.rec.cine, 29-01-2005 )
Bueno, pues yo añadiré unos brevísimos apuntes desde mi ignorancia
técnica y mi visión ingenua, por si alguien le puede sacar algún partido.
Es verdad que las escenas diurnas (que son la mayoría) son, desde el
punto de vista de la fotografía, poco contrastadas, como dice Nacho
Aguilar... Pero yo creo que es en buena medida por la preocupación de
Forman de representar el hospital, el encierro, con la mayor naturalidad
posible, sin artificios (recordemos: "It must be rrreal!!!"). Porque
además, no es necesario subrayar de manera artificiosa la sensación de
encierro: que estamos en un psiquiátrico todo el tiempo (salvo en el
episodio-contrapunto-desencadenante, el de la escapada a pescar) está
suficientemente subrayado (si bien por omisión) por elementos de guión
que ya he comentado: es decir, por la ausencia casi total de referencias
externas (ya al pasado, ya al mundo de afuera, ya a ambos) de todos los
personajes.
Y sin embargo, hay momentos en que las imágenes son de una belleza
subyugadora, con un tratamiento de la luz primoroso. Es el caso de dos
amaneceres fundamentales en la película. Por un lado, la escena inicial
en tonos anaranjados: la de un coche con los faros encendidos en la
lejanía que se va acercando, con un fondo de montañas de nieve y el cielo
rojizo-rosáceo del despuntar de un día de enero en Oregón, tras las
hierbas secas (de un anaranjado desvaído) que se encuentran junto al río
que aparece en primer plano. Por otro, la escena final, donde el
predominio es de la gama opuesta a la naranja-rojo (la de los azules-
verdes): desde los verdes oscuros de la hierba y de los pinos, hasta el
azul profundo de un cielo cargado de nubes: unos colores que presagian el
cercano amanecer, pero también un futuro lleno de esperanza una vez
liberados todos los miedos, liberadas todas las barreras, enfrentados los
más inmediatos desafíos. Sí, finalmente parece que alguien ha podido dar
ese hachazo con fuerza y rabia al nudo gordiano en que se convirtió la
tragedia, que evoqué más arriba; y esa luz y esos colores sugieren a la
perfección la idea de liberación.
También me gustaría destacar, de entre las muchas escenas de interior que
tienen ventanas al fondo (ventanas que están, normalmente, enrejadas,
salvo en el despacho del Dr. Spivey), las tomas de dos tipos:
-> (1) Aquéllas en las que las ventanas aparecen completamente blancas, o
casi, por la saturación de la luz: el mejor ejemplo es tal vez la escena,
prácticamente al inicio -a apenas tres minutos de comenzado el filme-, en
que la enfermera auxiliar prepara la medicación de los enfermos en una
especie de cocina, justo antes de que pronuncie por vez primera esas
hipnotizadoras y al tiempo terribles palabras a través de un altavoz:
"Medication time!... medication time!", que marcan el principio de un
rito, de una celebración, casi de una misa profana (y para subrayarlo
está ese interno que recibe con los ojos cerrados, ceremoniosamente, su
pastilla en la lengua: cual hostia consagrada).
Hay también otro ejemplo que me gusta mucho: un plano general de apenas
10 segundos (en el minuto 83'14" para quien tenga a mano el DVD de la
Warner), en que se ve a un lado el pasillo iluminado por fluorescentes,
al fondo la enfermera Ratched dirigiendo una tabla de gimnasia con los
pacientes, las ventanas a la derecha, y en primer término un amplio
espacio con columnas. Es como un gran cuadro de conjunto, un paisaje (en
el sentido pictórico del término) en el que, de un momento a otro, va a
volver a hacer de nuevo su aparición McMurphy tras una forzada
ausencia...
-> (2) Pero la mayoría de las veces, lo que ocurre es que a través de las
ventanas se ven los árboles, anodinas nubes en el cielo, el patio o el
jardín, o una calle de la ciudad. ¿Qué más impresión de naturalidad, de
realidad, que ésta: ver la vida corriente transcurrir a través de las
ventanas? (Aunque se trata, una vez más, de una naturalidad muy
trabajada, pues supongo que requiere un cuidadoso trabajo de iluminación
para equilibrar la luz de fuera -cambiante y dependiente de las
condiciones meteorológicas del rodaje, que como se ve en la pelíucla
debieron ser muy cambiantes- con la luz con que hay que rodar en el
interior.)
Hay una de estas tomas que también deseo destacar especialmente (minuto
30'03" del DVD): la cámara nos muestra, en un ligero picado, una sesión
de terapia, con los internos alrededor de la enfermera Ratched que parece
una maestra de escuela; y se ven nítidamente, através de las ventanas, al
fondo, coches pasando por la calle que bordea el hospital; la cámara se
va acercando al grupo, pero gira lentamente hacia la izquierda, hacia la
enfermera Ratched y acercándose a ella, la cual, sentada, acapara toda la
atención: la toma acaba con ella en un plano medio largo, sin que se vean
ya ni las ventanas ni los coches: la realidad del psiquiátrico es ella,
no lo que hay fuera. La escena nos sugiere una tarde (o una mañana
nublada) de invierno en la escuela de nuestra infancia, y de hecho en el
plano siguiente aparece McMurphy levantando la mano para responder a una
pregunta de la maestra/enfermera Ratched, como en aquellas lejanas tardes
(o mañanas nubladas) de invierno en la escuela.
LA MÚSICA
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Sobre la música original de Jack Nitzsche, no he conseguido encontrar
nada dicho en es.rec.cine. Como yo tengo un oído que es aún más de
hojalata que el de Jo5e, me habría gustado que Acege (a quien la película
le parece sobrevalorada, y que en alguna votación he visto que le
adjudicaba dos estrellitas), o la misma Mayalen, me hubieran dado sus
opiniones sobre la misma. A falta de esas opiniones, me he limitado a ver
que la BSO fue reeditada en CD en 1993:
http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/B000000XD0/ ,
y que en esa URL está la lista de todos los temas compuestos por Nitzsche
para la película, de los cuales se pueden escuchar los consabidos
fragmentos de treinta segundos:
1. One Flew over the Cuckoo's Nest [Opening Theme]
2. Medication Valse
3. Bus Ride to Paradise
4. Cruising
5. Trolling
6. Aloha los Pescadores
7. Charmaine
8. Play the Game
9. Last Dance
10. Act of Love
11. Jingle Bells
12. One Flew over the Cuckoo's Nest [Closing Theme]
Entre todos los cuales, es desde luego inolvidable el tema principal que
lleva el mismo título que la película: un tema tan sugerente, tan
melancólico al mismo tiempo, que a uno le dan ganas de llorar y de
escapar (lleno de optimismo, sin embargo) hacia el Gran Norte,
atravesando las Montañas Rocosas en dirección a Saskatchewan, impulsado
por los sonidos de cuerda y metal y percusión que acompañan los dos
amaneceres fundamentales (y opuestos) que enmarcan, como pórticos de
entrada y salida, el filme.
DE CÓMO SE VUELA HOY SOBRE EL NIDO DEL CUCO
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«Desde la ventana de su cuarto en el segundo piso
Oliveira veía el patio con la fuente, el chorrito
del agua, la rayuela del 8, los tres árboles que
daban sombra al cantero de malvones y césped, y
la altísima tapia que le ocultaba las casas de la
calle. El 8 jugaba casi toda la tarde a la
rayuela, era imbatible (...) En su cama, cediendo
a los efectos de un centímetro cúbico de hipnosal,
el 8 se estaría durmiendo como las cigüeñas,
parado mentalmente en una sola pierna, impulsando
el tejo con golpes secos e infalibles, a la
conquista de un cielo que parecía desencantarlo
apenas ganado.»
--JULIO CORTÁZAR: "Rayuela", cap. 54 (1963)
¿Qué pasó aquel día de abril que me hizo cambiar por la de Forman la
/otra/ película que había seleccionado para este homenaje? ¿Cuál fue esa
azarosa interferencia del cine en la vida (o viceversa, no sé) para que
"Alguien voló sobre el nido del cuco" me resultara de repente
imprescindible de revisar?
Pues fue que el último domingo de abril al mediodía recibo un 'morse
moderno' (un SMS) en mi móvil que consiste escuetamente en el título de
la película, "alguien volo sobre el nido del cuco" firmado Manú. La sola
evocación del filme de Forman, del que guardaba vagos recuerdos, me
pareció tan desasosegante que llamé enseguida a Manú, en vez de
contestarle educadamente con otro morse moderno como hago en estos casos.
(Elipsis.) Madrid, domingo, interior, día. Habitación de Manú en un
hospital psiquiátrico de la ciudad. ¿Qué coño hace Manú aquí? Reconstruyo
y resumo lo esencial de su relato (reciclado todo, además, según mi
interpretación posterior a la luz de la película, "Alguien voló sobre el
nido del cuco", que luego veríamos los dos, cada uno por su lado, pero
comentaríamos juntos).
« Estaba muy cansado, tremendamente cansado, y aplastado por una
discusión con Talita, así que creo que me pasé con los tranquilizantes:
después de estudiarme el prospecto, decidí tomarme la dosis recomendada
para el síndrome de abstinencia alcohólico, que por cierto es una dosis
de caballo: así que supongo que pensé que no me haría mucho mal; el
problema es que me los tomaba de tres en tres esperando su efecto y en
algún momento perdí la cuenta. El caso es que debí de ponerme en un
estado lamentable, aunque sólo recuerdo que lo veía todo doble, incluido
el bote de galletitas en el que no atinaba a meter la mano. De modo que
Talita se asustó (bueno, eso me contó luego, porque ya te digo que yo no
recuerdo bien) y llamó a una ambulancia, mientras yo trataba de seguir
una película en la televisión, tarea ardua donde las haya porque ya te
dije que yo lo veía todo doble, en consecuencia a los personajes de la
peli también. La cosa se complicaba porque a Talita le habían dicho que
no debía dejar que me durmiera, así que no paraba de hablar y entre eso y
mi visión doble, de la película no conseguí entender un carajo, por no
mencionar la mitad de las galletitas esparcidas por el suelo: un
espectáculo penoso, en fin. La ambulancia tardó hora y media en llegar
(menos mal que no se trataba de un caso de vida o muerte) y me llevaron a
las urgencias de no sé qué hospital donde me hicieron un lavado de
estómago (por cierto, es una cosa asquerosa) y empecé a sentirme más
despejado, sobre todo porque las urgencias del sábado noche son un
espectáculo que ni te cuento, aparcado en una camilla en un rincón con
Talita sentada en una silla y viendo los dos pasar traumatismos y creo
que hasta un muerto, porque le llevaban todo tapadito con una frazada al
pobre. A Talita le habían dicho que me evaluaría un psiquiatra a la
mañana siguiente (sí, justo como a McMurphy), lo que nos obligaba a
permanecer ahí unas cuantas horas. »
- Mirá, mejor te vestís y nos vamos -propuso Talita [que es argentina]- y
yo te llevo a vos a las urgencias psiquiátricas del seguro privado, mejor
que acá estarás en cualquier otra parte, seguro.
» Nos marchamos por las buenas, andando tranquilamente (porque no querían
darme el alta), aunque luego le dijeron a Talita por teléfono que me
habían incoado un expediente de fuga; "andá a saber lo que es incoado",
me dijo Talita.
» Las urgencias psiquiátricas del seguro privado estaban en un
"sanatorio" del centro; la médica de guardia, que se parecía
sospechosamente (más en la actitud que en la apariencia, no te vayás a
pensar) a la enfermera jefe Ratched, decidió internarme siempre que yo
mismo firmara voluntariamente el ingreso (sí, yo estaba destinado a
acabar como Cheswick o Taber o Martini, más que como McMurphy) para pasar
ahí el resto de la noche del sábado tranquilito, y aquí me voy a quedar
todo el domingo, y mañana ya veremos.
» A Talita no le dejaron quedarse; me hicieron un inventario de mis cosas
(como el que le hacen a McMurphy las enfermeras Ratched y Pilbow al
principio de la peli) y le pidieron a Talita que se llevara mis tarjetas
de crédito, mi dinero, mi móvil, en fin todo lo de valor, y también
objetos punzantes o cortantes, aunque yo no llevaba ninguno. Ahí empecé a
darme cuenta de que todo el mundo daba por hecho que yo había intentado
suicidarme, cuando lo único que había querido era dormirme tranquilamente
comiendo galletitas y viendo la tele y descansando bien por una noche.
» No sé si Talita me ha creído, no tiene ninguna razón para pensar lo
contrario, lo nuestro fue una discusión conyugal banal en el fondo, no
había motivo para; de todas formas Talita ha venido esta mañana y me ha
traído el móvil a escondidas, con el pijama y ese montón de libros. Ahora
se ha ido a recoger a los niños que estaban en casa de su amiga Gladys,
se los llevarán a comer por ahí... Y entonces se me ha ocurrido enviarte
el mensaje con el título de la peli, porque tenía ganas de que viniera
alguien a verme. También le he mandado el mismo mensaje a Lulú, ya sabes,
a Lucía, pero se ha debido de pensar que era una humorada de las mías, o
una adivinanza sin sentido, o simplemente no lo ha leído; oye, gracias
por venir.
» Por cierto, esta mañana me trajeron con el desayuno, acá a la
habitación, una pastilla colorada que no sé qué coño era. ¿Adivinás cómo
me la dieron? Exacto, metida en un vasito de plástico, y la enfermera
esperando a que me la tomara y me bebiera el agua del otro vaso de
plástico para hacerla pasar. Sólo hubiera faltado que me hubieran puesto
el disco con la música de la Medication Valse. »
Paseando con Manú por el "sanatorio" (deben pensar que es un término más
aséptico que 'hospital', pero a mí me parece que nos retrotrae 30 ó 50
años, a una época mucho más oscura), me fijo en los internos. Algunos
parecen "normales", como Manú (aunque a estas alturas ya me cuestiono
seriamente el término "normalidad"); otros en cambio tienen un inequívoco
aire de ausentes (me da por pensar que es porque van ciegos de
medicación, que de otro modo se estarían subiendo por las paredes o
tirándose al cuello de los demás), de perturbados, de maníacos... Hay un
poco de todo, y la verdad es que puede llegar a asustar. (Uno de los
internos se nos acerca a Manú y a mí y nos pide un boli y se pasa un
tiempo que a mí me parece eterno dándonos explicaciones y articulando un
discurso conexo, pero sin mucho sentido.) Me fijo en las habitaciones: en
sus ventanas con rejas, en las entradas de las habitaciones, que después
de la puerta que da al pasillo y un pequeño recibidor, tienen otra puerta
con una mirilla por la que puede atisbar la enfermera de guardia (o la
enfermera jefe, "andá a saber" que diría Talita).
Por lo que me cuenta Manú y por lo que veo y escucho yo mismo (que no es
mucho, pero me fijo todo lo que puedo), deduzco posteriormente que los
personajes de la película no están sobreactuados *para nada*: muchos de
los que están aquí parecen sobreactuar más que los actores de "Alguien
voló sobre el nido del cuco", pero el caso es que se están comportando de
manera "natural" (Milos, esto te habría encantado), y eso es lo que
perturba y asusta...
[De hecho, a unos 300m de mi casa hay una residencia concertada con la
Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid de "Afanias",
una asociación "pro Personas con Discapacidad Intelectual" según reza en
su web afanias.org; y de vez en cuando nos cruzamos con grupos de
"fadás" como les decimos nosotros cariñosamente, que salen a pasear en
grupo -"fada, fadade: adj. y n. usado sobre todo en el Sur de Francia
para designar a alguien un poco ido, piantado, chalado, pirado"-. Por
ejemplo, va mi femme fatale y dice: «me bajo a comprar tabaco y a tomar
un café al bar de los 'fadás'», porque es uno que hay justo enfrente de
la residencia de Afanias y a veces te encuentras a un grupito de ellos
tomándose un café con leche. El caso es que viendo a algunos de ellos, te
das cuenta de que hace 40 años precisamente los habrían mandado a
"manicomios" como se decía antes, al "Oregon State Mental Hospital" sin
ir más lejos; y te dices que si los vieras en una película te parecerían
sobreactuados, y que sin embargo ése es su comportamiento natural... "Is
that natural?" Sí, Míster Forman, total y absolutamente "náturrral".]
Ya no veré a Manú hasta después de que le den el alta a regañadientes, en
la tarde del lunes. Me cuenta que estuvo dando la lata a todo el mundo
(al 'staff' del "sanatorio", se refería) tanto el domingo -nada que
hacerle, «un domingo es un domingo es un domingo», decía Manú- como sobre
todo el lunes para que le atendiera lo antes posible un psiquiatra que
hiciera su "valoración" (pobre McMurphy). Primero habló el lunes por la
mañana con una suerte de Dr. Spivey, el psiquiatra jefe, muy amable, pero
ineficaz, y después estuvo persiguiendo (ay, iba a decir "como un loco")
a enfermeras jefes y enfermeras auxiliares y celadores para que le
hicieran un poco de caso.
« Mirá», me dice Manú forzando el acento argentino que él imita tan bien,
«yo sólo quería irme de allá cuanto antes. La noche del domingo al lunes
me despertaron unas voces, unos gemidos de algún interno que se oían en
todo el pasillo. Encendí la luz y me puse a leer; al cabo de un rato oigo
que alguien entra en mi habitación, y de repente me veo a una enfermera
mirando por la mirilla de la puerta -una mirilla *exactamente igual a las
que salen en la película*, como las de la celda de un preso, sólo que sin
cristal y sin rejas porque eso ya no se lleva- y me pregunta si todo va
bien, que no pasa nada y que me vuelva a dormir...
» Durante mi estancia allá, me cruzaba con algunas de esas almas en pena
que te contaban cosas absurdas, como el que nos pidió el bolígrafo el
domingo, y yo no hacía más que pensar: "Dios, si me quedo aquí un día más
voy a acabar como ellos". Es verdad que "la institución" tenía un par de
jardincitos muy agradables para pasear por ellos o sentarse al sol, me
recordaban "al patio con la fuente, el chorrito del agua, los tres
árboles que daban sombra al cantero de malvones y césped, y la altísima
tapia que le ocultaba [a Oliveira] las casas de la calle", aunque allí no
hubiera ningún 8 que hubiera dibujado una rayuela y fuera imbatible
conquistando el cielo con el tejo, como el 8 de los capítulos del lado de
allá de Rayuela, cuyo pie "era un arma de precisión, un tiro por cuadro,
el tejo se situaba siempre en la posición más favorable, era
extraordinario"...
» Vi a una chica jovencita hablando con unas visitas, unos amigos sin
duda -allí por lo menos todo el mundo podía recibir visitas, no era el
hospital de Oregón- y les decía que le iban a dar el alta, pero que le
daba mucho miedo enfrentarse al mundo de afuera, como si se hubiera
creado alguna dependencia con esa institución, con alguna enfermera
Ratched dominante de cuya referencia le sería muy difícil prescindir.
» Finalmente, comí en el comedor del "sanatorio" el lunes, una enfermera
me puso con otros dos hombres -ésa es otra diferencia con los años 60,
que ahora estas instituciones son mixtas, algo es algo: había hombres y
mujeres, aunque en las mesas del comedor no les mezclaban, ponían a
chicos con chicos y a chicas con chicas- e iba repartiendo vasitos de
plástico con pastillas dentro: "medication time, medication time!", ya
sabés, sólo que yo no podía participar en la comunión, lástima, porque no
me habían puesto medicación.
» Y por fin, a las cuatro de la tarde, tras más insistir, me atendió el
anhelado psiquiatra. Yo le dije que lo único que quería era largarme de
allí, ver a mi propio psiquiatra y a mi propio psicoterapeuta "de toda la
vida" -es un decir, pero ya sabés que a mí, como soy medio argentino por
la gracia de Talita, y sobre todo a ella, nos encanta tener nuestro
psiquiatra de cabecera, consultar a nuestro psicoanalista de familia: en
fin, esas cosas que parece que sólo existen en las pelis de Woody Allen-.
El tipo insistía en hacerme un interrogatorio de lo más desagradable y
culpabilizador, además quería en cinco minutos trazar mi perfil
psicológico de manual, me preguntó por mi infancia, mis padres, mis
hermanos, ya sabés, todas esas macanas. Yo le insistía en que quería irme
de allí cuanto antes, que había entrado voluntariamente y que quería
marcharme de allí voluntariamente.
» "Yo por mí no le daría el alta", me dijo. "¿Por qué no se queda un día
o dos más? Ya que está aquí, podemos aprovechar para intentar ayudarle".»
¡¡¡El "anhelado psiquiatra" era una enfermera Ratched más, "a
personification of evil"!!! Casi había repetido las mismas palabras de
ese plano central de 23 segundos de "Alguien voló sobre el nido del
cuco" en que Louise Fletcher dice: «So, I'd like to keep him on the
ward...I think we can help him». Cuando Manú me contó esto, yo no podía
entender la insistencia del tipo, hasta que oí las palabras de Milos
Forman en el "comentario en audio" de la película: «por mi propia
experiencia en la vida, sé que muchas veces el Mal se manifiesta,
consciente o inconscientemente, a través de alguien que se ofrece a
ayudarte (...)».
Al final, el psiquiatra se comprometió a firmarle el alta a Manú con la
condición de que fuera su mujer esa misma tarde a buscarle (aparte de
hacerle firmar un alta voluntaria con una descarga de responsabilidad
para el "sanatorio", y darle a Manú un informe en el que se decía que se
le daba el alta "en contra de la opinión del médico que suscribe"!!). Por
supuesto, Talita fue a buscar a Manú y llevárselo de allí rauda como el
rayo.
EPÍLOGO Y AGRADECIMIENTOS
=========================
Perdona, Mayalen, el retraso en publicar esta comunicación en tu "Film
Festival", pero siempre dejo las cosas para última hora y el tiempo me
pasa, me pesa, me pisa y me posa...!!; aunque, afortunadamente, también
ocurre que "le temps me pousse"!!! Perdona también que este post, siendo
todo lo ladrillo que me ha salido, tenga aun así este aspecto tan de
escrito como para salir del paso, fusilando cosas de aquí y de allá del
DVD de extras. En fins, es lo que hay!
No quiero acabar sin antes expresar algunos agradecimientos: a ti, por
habernos inspirado a ver cine con tu mirada clara, incisiva y
desprejuiciada; a Juan Crespo, Laura, Nacho, y Ninovska, entre algunos
otros (incluyendo a todos aquellos que han tenido a bien enviar sus
colaboraciones o lo han de hacer aún en los próximos días) por los ánimos
que me han dado para organizar este Festival, y más en particular para
escribir este mensaje; a Sire por convencerme de abandonar la idea de
trenzar en este post dos visiones, la de "Alguien voló sobre el nido del
cuco" (que a ti te gusta y a ella no) con la de "Badlands" de Terrence
Malick (que a la inversa); al Corte Inglés por tener casualmente un
ejemplar del DVD de la peli de Milos Forman justo cuando lo necesité; a
David "Zyrtox" por sus valiosos consejos y sugerencias para diseñar la
"X-Face" de Jack Nicholson que figura en el encabezado de este post, a
partir de una imagen de la película; al Sanatorio "Dr. León" de Madrid
por permitirme adentrarme en sus instalaciones para visitar a mi amigo
Manú, a quien también le agradezco muy especialmente sus inestimables
experiencias y relatos; y a quien haya leído todo este rollo hasta aquí,
por su infinita paciencia de santo Job.
Puntuación:
Alguien voló sobre el nido del cuco --> 9,75 / 10
Muxus ó, copiando a Mikel [¡gracias por el euskera!], «besarkada bat eta
muxu oso handi bat» !!!
--
pablo
--
Message-ID: <260520050726#***@2005.mayalen.EYE.film.festival>
Artículo publicado via la Organización del FESTIVAL MI VISIÓN 2005 :
émail - Homenaje.Mayalen arroba Gmail punto Com